¡QUE NO OS SEPAREN! - Historia de Carmen
Estás en: Inicio - Hablan las mujeres... y algunos hombres - Historia de Carmen


Carmen ya es madre de cuatro niños. En su próximo parto buscará un buen parto para ella y un buen nacimiento para su hija en un centro donde, si surge cualquier dificultad pueda permanecer con su bebé 24 horas al día.

Estimados amigos de "El parto es nuestro":

Estoy esperando mi quinta hija pero he vivido tres partos porque mi segunda hija es adoptada. Soy funcionaria y por ello, siempre he tenido a mis hijos en hospitales privados. He vivido siempre como normal que mis hijos estuvieran en el nido un tiempo antes de entregármelo, pensaba que era lo más seguro. Incluso con pena he aceptado que me lo quitasen de mis brazos nada más nacer, máxime la segunda que fue cesárea. No obstante, en mi último parto las cosas pasaron de castaño a oscuro, me di cuenta de la inutilidad de separar al bebé y de lo cruel que puede llegar a ser. Tuve un parto largo y duro, plagado de intervencionismos que acabaron en una hemorragia que me dejo exhausta. Recuerdo que la matrona me dijo que se quiere más al hijo cuando se sufre en el parto. Mi médico no previno este evento y dejó mi alta firmada desde el día del parto pues tenía que ausentarse de la ciudad. Me marchaba a casa, todo me parecía bien a pesar de que seguía expulsando coágulos del tamaño de huevos. Sólo quería descansar y reunirme con mis otros hijos. Cual fue mi sorpresa cuando, después de revisar a la niña el pediatra, me dice que no le puede dar el alta. Tenía que quedarse allí para recibir fototerapia. Entonces quise quedarme. No era capaz de dar tres pasos sin ahogarme y la episiotomía casi no me dejaba andar. Cómo iba a recorrer la distancia que separa mi pueblo de la ciudad en ese estado para poder dar el pecho a mi niña. Pedí quedarme con ella para poderla alimentar (los niveles de bilirrubina eran mínimos).

Al final, después de mucho suplicar y muchas visitas desagradables de enchaquetados a la habitación me lo permitieron, supongo que porque en el convenio de Muface con las entidades privadas contempla la cama de acompañante, cosa que ni recordé en ese momento. Pasé el día lejos de mi bebé, llorando a ratos pero con el consuelo de poderla alimentar cada tres horas. Tenía unos dolores de entuerto, debido a la hemorragia, que me doblaban pero no quise pedir algún calmante que me aliviara por miedo a molestar y que me echasen. Y así sola, pues mi marido tuvo que marcharse ya que la persona que cuidaba a los niños se sintió mal, llegaron las doce de la noche. No me traían a la niña desde las ocho. Tenía la subida de la leche y los pechos me dolían y ni siquiera tenía un sacaleches para aliviarme. Preocupada fui al nido a ver que pasaba. Cuando entré todos estaban al fondo de tertulia. Reían a carcajadas mientras mi hija lloraba de hambre en la urna.

Su llanto me llegó hasta el alma, ellos ni lo oían. Le pedí que me la dieran para alimentarla. Y me dice un supuesto pediatra, porque ahora hasta dudo que lo fuera: "No, no, no... vete a acostarte que ya le damos un biberón".Saque fuerzas de donde no las tenía. Le dije que se guardara que a la niña no le pasara nada porque no tenía mi consentimiento y que rogara porque no le sentara mal la leche de vaca que pretendían darle. Al final me la dieron, me la llevé a la habitación susurrándole al oído, le di el pecho y, por fin, la vi feliz de descansar. La llevé al nido y me advirtieron de mala manera que no fuera más por allí, que ya me la llevaban ellos.

Cuando volví a la habitación me derrumbé en la cama llorando, estaba toda sudada y mi cabeza daba vueltas. Pasé la noche llorando entre pesadillas y dolores, amamantando a la niña en minutos, para que no me negasen ese derecho. No quiero recordar el vacío que sentía y mi miedo al dejarla a cargo de personas tan insensibles e irresponsables.

Alguien me ha dicho alguna vez, al referir esta experiencia, que es bueno suprimir la leche materna en la ictericia. Sin embargo, después he comprobado en los protocolos de la SEP que los niveles de bilirrubina en mi hija eran mínimos y la fototerapia solo es preventiva con ese baremo, nunca se suprime la lactancia. También me he llegado a plantear qué hace un recién nacido, al menos dos horas después de nacer, a cargo de personas tan incompetentes, insensibles y sordas al llanto.

En mi próximo parto voy a elegir un hospital en el que no me aparten de mi niña un solo minuto, con un nido de puertas abiertas. Sólo esa sensibilidad en su protocolo me hace deslumbrar que encontraré personas más humanas, profesionales y educadas.

Mª Carmen Heredia.

Volver